¿Cómo vivimos las relaciones entre mujeres? ¿Cuál es el peso de ser niña en una sociedad latinoamericana? ¿Dejamos alguna vez de ser niñas? Todas estas preguntas y más son las que navega la autora Marian Lutzky en Las Niñas Traviesas. Un libro que presenta la amistad entre Sayén, Ariel y Muriel, tres niñas Valdivianas que exploran su niñez en el sur de Chile.
Marian Lutzky es argentina, sin embargo al llegar a Chile se enamoró de la ciudad de Valdivia. En su primer verano allí se gestó la primera semilla que más tarde se convertiría en Las niñas traviesas.
Conocemos la historia de Sayén, Ariel y Muriel, a través de 37 subtítulos en formato de relato corto. Es así como logramos conocer la historia de las unas con las otras. De ellas con sus familias. De ellas con su ciudad.
Como la autora bien explica, Valdivia es otro protagonista más en la historia, la cual está escrita en prosa poética, para apreciar los silencios y dejar al lector interpretar el mundo imaginario y no tan imaginario de Las niñas traviesas.
Este relato se resiste a la floja representación de los medios que describen a las niñas y mujeres como seres superficiales. Un relato que navega esa profundidad que tienen las relaciones entre mujeres.
Uno de sus valores importantes es como demuestra que las niñas igual tienen experiencias humanas no perfectas, que refrescantemente se retratan desde la mirada femenina. Claramente no podría ser de otra manera, ya que la autora se inspiró en ella, su hija, su hermana, amigas y el resto de las mujeres de su familia.
Crecer siendo niña es tener dudas, construirse, ser un ser cambiante en una etapa dramática e intensa de la vida. Un lugar vital para la formación de la identidad propia, la cual generalmente construimos apoyándonos en otras mujeres. En esa “pequeña cofradía de un grupo de personas que se cuidan, que se quieren y que se acompañan en crecer” como ella explica.
Marian Lutzky invita a leer y habitar el libro. A vivir las experiencias mundanas dentro de un mundo fantástico. A reconocer cómo estas mismas contadas desde afuera toman más peso del que le damos mientras lo experimentamos en nuestras propias vidas.
Las niñas traviesas es parte de la Colección Primerizas de la Editorial Cocorocoq junto a Compórtense como señoritas de Karen Luy de Aliaga. Además, está ilustrado por la artista Karina Cocq.
Son ficción pero todas tienen también un poco de mí. Son una mezcla de las mujeres, niñas y las mujeres que han sido niñas, porque todas hemos sido niñas. Tienen un poco de todas las mujeres que he ido conociendo en mi vida. De sus propias infancias y de los relatos que todas tenemos de nuestra infancia y de cómo fuimos creciendo. Hay experiencias que tal vez se asemejan a ciertas experiencias que recuerdo de pequeña pero no son yo.
Crecer sin ciertas libertades es difícil y ser mujer en una sociedad conservadora como lo siguen siendo las sociedades latinoamericanas, es difícil. Entonces quería escribir sobre niñas con las que se pudieran sentir identificadas otras niñas. No son niñas perfectas, se quieren porque son muy buenas amigas, pero también se lastiman como pasa en cualquier relación. “Te quiero pero igual te puedo lastimar sin querer, pero igual te ayudo, igual te acompaño”. Crecen y empiezan a mirar el mundo adulto de una manera más cuestionadora y se acompañan en ese cuestionar.
Desde niñas que están creciendo, que están entrando en ciertos temas o les están interesando ciertos temas de la vida adulta. Como también a gente adulta que se puede conectar con su propia infancia. Creo que de las personas que lo han leído hay muchas personas también adultas que me han dicho a mi que se han conmovido con historias porque las ha llevado a su propia historia.
No es un libro solamente para niñas, porque no existen libros para niñas y para niños. Es una historia y quise que fueran niñas protagonistas también porque no hay tantas, creo yo. Quería rescatar lo femenino de esta manera, también para que los niños vieran en las niñas ciertas maneras de ser, las niñas son esto también, o pueden serlo.
Me parece maravillosa, he leído mucho de ella. Y claro, tiene muchos libros de literatura fantástica, como profecías, pero las profecías también se pueden romper. Creo que las mujeres hemos estado metidas mucho en estas profecías del deber ser, de algo que va a pasar y entonces vas a ser de determinada manera. Las profecías también se pueden romper, porque son del tiempo de siempre y de nunca. Entonces también es nuestro rol romper con esos mandatos. Lo puse yo pensando en eso, aunque se entienda cualquier cosa (ríe).
Me encantan, a parte a mi me dijeron que la iba a ilustrar Karina Cocq y nada, salte de la silla. Me encanta ella, soy su fan, desde antes del libro. Me encantan las ilustraciones, tapas, portada, la elección del color del texto… el mapa. Es un mapa ficcional de Valdivia, tiene lugares que uno reconoce, ¿no?.
Yo reconozco, y creo que la gente de Valdivia y que la conoce también va ir reconociendo ciertos lugares, como la biblioteca la universidad, la glorieta, la plaza, los cisnes de cuello negro. Se va recorriendo de alguna manera a través de la ilustración, como sumergiéndose en Valdivia.