Type to search

Mujeres en la música: Nosotras componemos y sabemos tocar

Share

Según datos de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) de las 100 canciones chilenas más escuchadas en las radios sólo 15 tendrían voces femeninas pero se reduciría a sólo 6 artistas mujeres que se repiten dentro del ranking.

Por Jazmín Broughton

El natalicio de Violeta Parra siempre ha sido una fecha de celebración en nuestro país, hace dos años se inauguró un museo en su memoria, se realizan homenajes, se exhiben documentales e incluso el día de la música chilena se celebra hoy en honor a su natalicio y a sus obras. No obstante, incluso en 2019 y con el movimiento feminista constantemente en la opinión pública, aún se sigue pensando en la cantautora como en una madre que abandonó a sus hijos para recorrer Chile y componer, y en una mujer que se suicidó por amor.

Si Violeta, no fuera conocida mundialmente por todo su trabajo como música, arpillera, cantautora y poetisa, y si no se hubiera codeado con artistas célebres de Latinoamérica y Europa de la época, probablemente en Chile no se crearían páginas web para celebrar su cumpleaños ni se abriría un museo en su memoria. Probablemente, el trato hacia la cantautora sería como al de cualquier mujer dentro de la escena musical chilena: invisibilizada, sexualizada y no considerada como música por el simple hecho de ser mujer.

Según la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) de los 8 mil inscritos como artistas nacionales sólo mil 100 son mujeres y en el último informe de música chilena en las radios del país, de 100 canciones 15 tendrían voces femeninas pero se reducirían a sólo 6 artistas en total que se repiten en el ranking.

La discriminación explícita

Para la bajista de Javiera Mena y de Amanitas, Manuela Reyes, en el mundo musical las mujeres viven una discriminación constante tanto por la industria como por sus mismos compañeros de rubro: “Una tiene que estar demostrando constantemente que tenemos la capacidad para hacerlo. Habiendo tantas músicas chilenas triunfando en la vida todavía hay halagos como ‘oye, tocai como hombre’, ‘oh, son minas y tocan’ y es como sorprendente. Entonces, en ese sentido es difícil y molesto tener que estar impresionando a la gente porque no creen que podrás hacerlo”.

hay halagos como ‘oye, tocai como hombre’, ‘oh, son minas y tocan’ y es como sorprendente

Resultado de imagen para manuela reyes amanitas

Manuela Reyes, integrante de Amanitas música. Fotografía tomada por Viste La Calle.

Un ejemplo de esto es lo que relata el musicólogo de la Universidad de Chile, Miguel Vera Cifras, quien narra que dentro del campo de la composición musical a las mujeres se les discrimina con la asignación de un rol de cantante en vez de instrumentista o de compositora: “Algunos músicos hasta hace poco, y me refiero hasta hace muy poco, se referían a algunas cantantes como ‘cantontas’ asumiendo que la mujer que canta no sabe de música y es una mera cantante, digamos, en un bastante desprecio hacia la parte vocal”.

Aunque esto de partida nos pueda parecer horrible e incluso insólito, la violencia hacia las mujeres dentro de la música no es sólo a través de palabras fuertes o adjetivos negativos, sino que también a través de la adjudicación de roles específicos, ya sea como cantante, como símbolo sexual o como madre.

En la música también hay roles de género

Dentro de la teoría feminista, se ha concluido que existen roles sociales que dependen del género: por ejemplo, el padre como el proveedor del hogar, quien sale a trabajar todos los días y el que lleva dinero a la familia versus la mujer dueña de casa, que cumple el rol de madre abnegada que cuida a sus hijos y los mantiene limpios y bien alimentados.

Tal como explica Andy, cantante del dúo lesbofeminista, Torta Golosa, “las mujeres han sido invisibilizadas a lo largo de la historia y en la música no tiene por qué ser distinto. En la radio suenan más los hombres porque los hombres tienen mayor acceso a la cultura, tienen la hegemonía en todo”. Por lo que la escena musical no se queda atrás en los roles de género, sobre todo en el rol de la maternidad.

En 2016, en un conversatorio sobre feminismo, roles de género y música en la Universidad de Buenos Aires, la cantante chilena de rap y ex líder de Makiza, Anita Tijoux, manifestó su enojo ante las constantes preguntas acerca de con quién deja a sus hijos cuando está de gira y señaló que “¿Cuándo chucha le van a preguntar esto a los hombres papás que dejan a sus hijos cuando se van de gira?” en alusión al rol maternal condenatorio que tienen las mujeres.

¿Cuándo chucha le van a preguntar esto a los hombres papás que dejan a sus hijos cuando se van de gira?

La académica del Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y directora en Chile de la Coordinadora Internacional de Mujeres en el Arte (Comuarte), Valeria Valle, avaló este punto y declaró que a las mujeres se les condena abiertamente por su rol de maternidad: “Lamentablemente en nuestro país hay un rol social instaurado de que es la mujer la que cría, entonces, si la mujer se va de gira, se va de concierto es un tema. Los hombres pasan en gira, salen, se mueven. Tienen una libertad de acción sin condena, en cambio, si una mujer lo hace hay una condena de tu rol de madre. No existe aún una conciencia de las redes de apoyo. Ya sea tu mamá, la abuelita, el mismo papá que no se hace cargo”.

Por otro lado, la cosificación y sexualización de los cuerpos de las mujeres es también una barrera que las artistas deben soportar y sobrellevar, a pesar de que los estereotipos y los cánones de belleza puedan afectar a su autoestima e incluso pueda llegar a significar la invisibilización de su trabajo como artistas o músicas por el mero hecho de poner énfasis en su ropa y en su cuerpo en vez de sus capacidades musicales.

En referencia a esto la cantante y productora, Dadalú, expresó que el sexo también es parte de la escena musical, siendo las mujeres las principales afectadas ya que son sus cuerpos los sexualizados, no los de los hombres: “Yo siento que siempre hay una presión tácita a ser bonita o a ser sexy, porque el sexo vende. Y yo creo que los medios de comunicación y nuestro estilo de vida fomentan lo básico, la poca reflexión. A mí no me han dicho directamente pero me han dicho que podría ser más flaca”.

Con una o dos mujeres es suficiente

En 2017 el Festival Ruidosa, considerado uno de los primeros festivales feministas hecho por mujeres y para mujeres, lanzó en su página web un alarmante estudio acerca de la cantidad de mujeres que participan en los festivales latinoamericanos. Los carteles de festivales como Primavera Fauna, Lollapalooza y Frontera fueron analizados y los resultados arrojaron que sólo un 10,6% de los números artísticos están conformados por mujeres mientras que el 78,1% está ocupado por artistas masculinos, y el resto del porcentaje es mixto.

Respecto a esta problemática, la agrupación comandada por la artista chilena, Francisca Valenzuela, señaló en su página web que “es imperativo que los espacios culturales y creativos estén integrados por una multiplicidad de voces (…) En Ruidosa queremos invitar a quienes toman las decisiones sobre festivales a pasar el micrófono a todos y todas: El género no puede ser arma de discriminación, ni en la música, ni en las artes, ni en ningún otro lugar”.

Disputando espacios: las resistencias

No obstante, en los últimos años se han abierto reducidos espacios debido a la propia autogestión de mujeres en el ámbito musical. Es el caso de artistas como Javiera Mena y Mariel Mariel que han tomado la iniciativa de producirse a sí mismas.

Según la productora general de Súbela.cl, Claudia Cayo, esto ocurre debido a que la mayoría de los productores musicales son hombres: “Muchas de ellas no quieren la mano de un hombre editando su trabajo (…) y para evitar eso se forman ellas mismas en un aprendizaje como bien de guerrilla, con ayuda de amigos, de internet, como sea, pero hay un ánimo de aprender a producirse y postproducirse”.

Es el caso también de la red de gestoras y productoras culturales, una agrupación que organiza foros y juntas en torno a la problemática de las mujeres en la cultura y las artes, que tal como señala la fundadora del grupo, Rosa Angelini, nació como un espacio de comunidad y visibilización de proyectos: “quisimos armar una red que parte como una red colaborativa de mujeres, primero para poder visibilizar los proyectos que cada una lidera en sus organizaciones, ya sea acá en Chile o los países amigos de Latinoamérica (…) y también los proyectos colectivos que empezamos a formar ahí”.

La apertura de espacios de resistencia a partir de la propia autogestión de mujeres comenzó en Chile en 2004, cuando un grupo de mujeres, todas músicas y pertenecientes a distintas bandas, se cansaron de tocar en escenarios hostiles con públicos poco amenos y se decidieron a hacer el primer festival feminista chileno hecho por mujeres y para mujeres.

Para la fundadora del Femfest, Carolina Ozaus, todo nació como ganas de juntarse a tocar con las amigas: “nació con la necesidad de abrir un espacio totalmente amable para las mujeres y para no depender de ninguna banda o de productores y armar un circuito de bandas de mujeres. Y lo logramos”.

Este festival cumple 15 años de trayectoria en 2019 y ha tenido en sus escenarios las presentaciones de artistas como Horregias, Camila Moreno y Carolina Holzapfel, y contó con la animación de la transformista, performista y disidente, Hija de Perra, hasta que esta murió en 2014.

Ante un escenario tan hostil para las mujeres músicas que incluso la misma Violeta tuvo que soportar en vida y en muerte, la apertura de espacios autogestionados parece ser una forma efectiva de solucionar las dificultades y la discriminación que se vive a diario por el simple hecho de ser mujer.

Gracias al trabajo autogestionado de muchas mujeres y a las redes de apoyo entre amigas es que hoy en día muchas mujeres y niñas se animan a tomar un instrumento, a cantar sin pudor y a sentirse capaces de hacer música y componer a pesar de que muchos hombres de nuestro alrededor nos hagan creer y sentir lo contrario. Mientras más mujeres compongamos y ocupemos los escenarios, más referentes tenemos y más nos animamos a desafiar la métrica, a escribir desde nuestros sentires y a que florezcan muchas más pequeñas violetas que sienten pasión por el sonido.

Tags:

Leave a Comment

Revisa nuestro contenido